¿Hablar por Hablar? II

La semana pasada hacía referencia a la importancia que puede llegar a tener el pasar por la palabra lo que nos sucede como manera de entendernos y entender a los demás.

Cuando un niño llega a la edad de comenzar a decir sus primeras palabras y frases y no lo hace, es muy habitual que los padres se preocupen y que sientan la necesidad de consultar con un especialista la causa de ese silencio que tanto les angustia.

¿Por qué algunos niños tardan más en hablar?

¿Qué implica hablar para una persona?

Mucho antes de que un niño comience a hablar, se puede observar que entiende lo que se le dice, reacciona ante las palabras de los otros, incluso responde a su nombre. Esto es señal de que el niño ya está instalado en el mundo regido por el lenguaje, y que sólo es cuestión de tiempo el que arranque a hablar. Pero el problema radica en este “arrancar a hablar”, ya que comenzar a hacerlo es poder no solo demandar al otro sino también que a uno le demanden y con el lenguaje poder responder a eso. Esa demanda puede angustiarlo, ya que responder a ella hace que el niño tenga que tomar una actitud frente a las cosas, que tenga que elegir, que tenga que dar y también perder.

Este es un momento muy importante en la evolución de la persona y sobre todo en el desarrollo de su personalidad. La manera en la que el niño elija cómo responder a lo que el otro le pide, cómo pedir él mismo, va a determinar cómo va a reaccionar frente a los hechos que le irán ocurriendo en su futuro. Esa forma de reaccionar determinará su vida.

No olvidemos que se aprende a hablar imitando a los que nos hablan.

Deja un comentario